Tendencias en el tratamiento de pacientes con mieloma múltiple recién diagnosticado
Publicado: May 31, 2013



Un estudio retrospectivo muestra que desde el año 1999, en los Estados Unidos se han producido cambios significativos en el tratamiento de los pacientes con mieloma múltiple recién diagnosticado.
En particular, más pacientes son tratados de inmediato a partir del diagnóstico. En los últimos años, el uso de nuevos agentes como la talidomida (Thalomid), Velcade (bortezomib) y Revlimid (lenalidomida), así como el trasplante con células madre son ya habituales. Al mismo tiempo, ha disminuido el uso de quimioterapia convencional, como melfalán (Alkeran), vincristina (Oncovin) y doxorubicina (Adriamycin) como terapia inicial.
Los investigadores del estudio han hallado además que la raza del paciente y el tipo de seguro de enfermedades influyen en el tratamiento inicial recibido.
Sin embargo, los autores del trabajo resaltan que este estudio sólo refleja tendencias en el tratamiento inicial para pacientes con mieloma durante los primeros 12 meses a partir del diagnóstico. Serán necesarios más estudios para conocer los cambios en los regímenes terapéuticos en pacientes con mieloma refractario y en recaídas.
Los investigadores afirman que no hay estudios previos que describan la evolución de los tratamientos iniciales en las últimas décadas, y que no se conoce en qué medida los nuevos fármacos han ido reemplazando a la quimioterapia tradicional.
Por esa razón, los autores analizaron las historias clínicas de 1.976 pacientes norteamericanos con mieloma buscando en la base de datos “National Cancer Institute’s Surveillance, Epidemiology, and End Results” (SEER). Fueron seleccionados para el estudio los pacientes diagnosticados en 1999 (524 pacientes), 2003 (710 pacientes), y 2007 (742 pacientes).
La edad media en el momento del diagnóstico para los tres periodos osciló entre los 60 y los 69 años. Sin embargo más de un tercio del total de los pacientes superaban los 70 años de edad.
El análisis de los datos mostraba que los pacientes más recientes demoraban menos el inicio de su tratamiento para el mieloma. El porcentaje de pacientes que no eran tratados durante el primer año después del diagnóstico cayó de un 29 por ciento en el año 1999 y del 34 por ciento en el 2003 a un 19 por ciento en el 2007. Los autores explicaban que las opciones terapéuticas para el mieloma en 1999 eran limitadas y con importantes efectos secundarios, lo que motivó que algunos pacientes optaran por retrasar el tratamiento.
Además se observó que el uso de quimioterapia convencional como único tratamiento inicial disminuyó de forma significativa a lo largo del tiempo (de un 57 por ciento, a un 23 por ciento hasta alcanzar un 5 por ciento).
En concreto, el uso de melfalán como único agente bajó a lo largo de los tres periodos estudiados (desde un 32 por ciento, a un 12 por ciento y a un 4 por ciento).
El uso combinado de otros dos antineoplásicos, vincristina y doxorubicina, también ha ido disminuyendo con el paso del tiempo (del 18 por ciento al 11 por ciento y al 0,4 por ciento).
Los investigadores explicaban que la disminución del uso de quimioterapia se acompañaba de un incremento de fármacos nuevos, lo que refleja la mayor eficacia y mejor tolerancia de los nuevos fármacos versus los antineoplásicos de siempre.
Desde 1999 hasta el 2007, el uso de los nuevos fármacos, o solos o en combinación como parte del tratamiento inicial se incrementó desde un 4 por ciento a un 32 por ciento, hasta alcanzar un 76 por ciento.
Analicemos los datos de cada fármaco:
Talidomida fue aprobada por la Agencia americana “Food and Drug Administration” (FDA) en el año 2006 para su uso en el tratamiento de pacientes con mieloma recién diagnosticado, pero ya estaba disponible desde antes, puesto que había sido aprobada para la lepra. Se popularizó su empleo para el mieloma recién diagnosticado en el año 2003, pasando de un 4 por ciento en 1999 a un 31 por ciento y a un 36 por ciento en los periodos siguientes.
Velcade fue aprobado en el 2003 por la FDA para el tratamiento del mieloma refractario y para recaídas, y en el 2008 para mielomas recién diagnosticados, con lo que se incremento su utilización desde 2003 al 2007 (de un 0,6 por ciento a un 28 por ciento).
La FDA aprobó el Revlimid en el 2006 para mielomas ya tratados previamente, por lo que en este estudio, sólo los pacientes diagnosticados en el 2007 pudieron recibir tratamiento inicial con Revlimid (21 por ciento).
Los autores del trabajo también señalan que aunque el uso del trasplante de células madre en los primeros 12 meses desde el diagnóstico se duplicó a lo largo del periodo analizado, el porcentaje sigue siendo bajo (desde un 11 por ciento a un 20 por ciento y al 22 por ciento).
Además observan que cada vez es más común asociar fármacos nuevos, quimioterapia y trasplante (0,6 por ciento, a un 8 por ciento, hasta un 18 por ciento).
A su juicio, hay dos posibles razones que explican el incremento del trasplante con células madre a lo largo del tiempo analizado. La primera es que los médicos comenzaron a tomar en consideración los datos disponibles que mostraban que el trasplante puede ser más eficaz que la quimioterapia. La segunda es que la introducción de los nuevos fármacos, con mayor eficacia, permitió que más pacientes tuvieran un mejor control de la enfermedad en fase avanzada, y fueran candidatos a recibir un trasplante. No obstante, creen que la tasa de trasplantes seguía siendo baja en el 2007, quizá porque aun no está claro si es mejor trasplantar al principio de la enfermedad o cuando se producen recaídas.
Estos hallazgos son similares a los resultados de un estudio previo sobre tendencias en el uso de trasplante de células madre (ver la noticia en Beacon). En concreto, los autores de este estudio vieron que el trasplante es ahora más habitual en pacientes de menos de 65 años.
Los resultados del estudio comentado aquí también ponen de manifiesto que el tipo de seguro de enfermedad y la raza tenían un impacto en la probabilidad de recibir tratamiento con nuevos fármacos o de ser trasplantados con células madre.
Para los que eran de origen hispano o de raza no blanca, los pacientes con seguro privado tenían más probabilidades de recibir tratamiento con nuevos fármacos (47 por ciento) que los que pertenecían sólo a Medicare (38 por ciento) o Medicaid (36 por ciento). Entre los mismos pacientes, los de seguro privado tenían más probabilidades de ser trasplantados (17 por ciento) que los que pertenecían sólo a Medicare (6 por ciento) o a Medicaid (4 por ciento).
Los investigadores afirman que el menor uso de agentes nuevos de alto precio se puede explicar por el importante desembolso económico que supone para los pacientes que no disponen de un seguro suplementario. Añadían que son necesarios más estudios para comprender mejor por qué la raza y el seguro se enfermedad tienen un impacto en el tratamiento.
Para más información, consulte el estudio original en la revista Journal of Clinical Oncology (resumen en inglés).
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