Las anomalías cromosómicas pueden identificar a los pacientes con mieloma indolente de mayor riesgo de progresión
Publicado: Apr 15, 2013


Los resultados de un reciente estudio retrospectivo indican que conocer las anomalías cromosómicas puede ser útil para predecir qué pacientes con mieloma indolente tienen un mayor riesgo de progresión a mieloma múltiple activo, o sintomático.
En concreto, los investigadores de la Clínica Mayo han averiguado que los pacientes con la anomalía cromosómica conocida como t(4;14) evolucionan a mieloma sintomático con más rapidez y tenían una supervivencia más corta comparados con los pacientes con otras anomalías cromosómicas.
“Este estudio muestra que el riesgo de progresión desde mieloma múltiple indolente a mieloma múltiple sintomático está condicionado por el tipo citogenético, y que el perfil t(4;14) es el de mayor riesgo,” explicaba el Dr. Vincent Rajkumar, principal autor del estudio.
Los pacientes con una anomalía cromosómica conocida como del(17p) también parecían progresar con más rapidez que otros pacientes con otras alteraciones cromosómicas. Sin embargo, el número de casos con del(17p) era reducido, lo que hacía difícil extraer conclusiones sobre este grupo de pacientes.
Basándose en sus hallazgos, los investigadores recomendaban que la atención a los pacientes con mieloma indolente se hiciera con arreglo a su perfil genético.
“Los pacientes con t(4;14) y del(17p) necesitan ser controlados con más frecuencia,” explicó el Dr. Rajkumar a The Beacon. “Por supuesto que no todos los pacientes con estas anomalías van evolucionar con rapidez, pero el riesgo de progresión es más alto,” añadió.
El Dr. Rajkumar y sus colaboradores también afirman que las distintas anomalías genéticas deberían ser tenidas en cuenta en futuros ensayos en los que se investigue el efecto del tratamiento de los pacientes con mieloma indolente.
Conceptos y nociones fundamentales
Las anomalías cromosómicas son el resultado de cambios estructurales en los cromosomas de las células malignas de un paciente con mieloma.
Estos cambios pueden consistir en delecciones, inserciones, duplicaciones, o desplazamiento de regiones cromosómicas. Algunos pacientes carecen de un cromosoma, o tienen copias extra de un cromosoma completo.
Los investigadores llevan mucho tiempo estudiando los efectos que tienen las anomalías cromosómicas en el curso del mieloma múltiple sintomático y en la supervivencia de estos pacientes.
Estudios previos han mostrado que algunas alteraciones en los cromosomas –en particular las llamadas t(4;14), del(17p), y 1q+ [ganancia de material genético en el brazo largo del cromosoma 1] - afectan negativamente a la supervivencia de los pacientes con mieloma que las presentan (ver noticia en Beacon 1 y 2, en inglés).
Sin embargo, no se han estudiado con la misma profundidad las alteraciones de los cromosomas de los pacientes con mieloma indolente.
El mieloma indolente es un precursor del mieloma múltiple, en el cual el paciente no muestra ninguno de los signos típicos del mieloma, como la elevación del nivel de calcio en sangre, el daño renal, anemia o lesiones óseas. Si lo comparamos con la población general, los pacientes con mieloma tienen un mayor riesgo de desarrollar un mieloma activo o sintomático.
Estudio recientes demuestran que el riesgo de progresión desde mieloma indolente a sintomático es de un 10 por ciento al año durante los primeros cinco años a partir del diagnóstico de mieloma indolente. El riesgo se reduce a un 3 por ciento cada año en los siguientes cinco años, y a partir de entonces es de un 1 por ciento anual.
Sin embargo, los pacientes presentan una gran variabilidad en el riesgo de progresión.
Los investigadores de la Mayo resaltan el desconocimiento actual sobre la influencia que ejercen las anomalías cromosómicas en el riesgo de progresión desde mieloma indolente a mieloma múltiple en fase activa.
En estos momentos, la recomendación oficial acerca del manejo del mieloma indolente es “vigilar y esperar”, lo que supone un estrecho control sobre el paciente e iniciar tratamiento sólo cuando la enfermedad ha pasado a fase sintomática. Esta estrategia se basa en la experiencia previa de que el tratamiento en la fase preclínica no tiene impacto en la supervivencia general, y que además se somete al paciente a la quimioterapia –y sus efectos secundarios- durante más tiempo.
Estudios recientes, sin embargo, apuntan a que el tratamiento puede retrasar la progresión de la enfermedad e incluso extender la supervivencia en algunos pacientes con mieloma indolente con alto riesgo de progresar a mieloma activo (ver noticia en Beacon y entrevista sobre el tema, en inglés).
Por eso es necesario encontrar métodos fiables para determinar qué pacientes con mieloma indolente tienen alto riesgo de progresión de su enfermedad.
Diseño del estudio
Los autores hicieron un estudio prospectivo en el que analizaron los perfiles genéticos de 351 pacientes con mieloma indolente atendidos en la Clínica Mayo entre enero de 1991 y junio del 2010. Los pacientes tenían una edad media de 63 años en el momento del diagnóstico de mieloma indolente, y su evolución fue seguida durante un promedio de 6,8 años después.
Entre los pacientes incluidos en el estudio, el 44 por ciento tenía trisomías (una copia extra de uno o más cromosomas), el 36 por ciento presentaba translocaciones (reorganización de una parte del cromosoma 14 con parte de otro cromosoma, tales como t(4;14) o t(11;14), el 4 por ciento tenía las dos alteraciones, y el 15 por ciento no tenía ninguna.
Los autores del trabajo dividieron a los pacientes en cuatro grupos según las anomalías cromosómican que tenían: los de alto riesgo presentaban t(4;14) o del(17p) [una pérdida de parte del cromosoma 17]. Los de riesgo intermedio tenían trisomías. Los de riesgo estándar tenían translocaciones del tipo t(11;14) u otras. Los de bajo riesgo no tenían ninguna.
Resultados
En general, el 62 por ciento de los pacientes que formaban parte del estudio progresó a mieloma activo. La progresión tardó en producirse una media de cuatro años.
Por grupos de riesgo, los investigadores vieron que los pacientes de alto riesgo tenían una progresión mucho más rápida (una media de 2.0 años), comparada con los grupos de riesgo intermedio y estándar (2,8 años y 4,6 años respectivamente). En el momento de la publicación no se había averiguado aún el tiempo de progresión en el grupo de riesgo bajo.
La supervivencia para todos los pacientes desde el diagnóstico de mieloma indolente fue de 11,3 años.
Los pacientes con riesgo alto tenían el tiempo de supervivencia más corto desde el diagnóstico de mieloma indolente en comparación con los otros tres grupos (8,8 años el de alto riesgo; 11,3 años los de riesgo intermedio; 12,3 años en el grupo estándar y 11,3 años en el grupo de bajo riesgo).
Desde la aparición de la fase sintomática, el tiempo de supervivencia general para todos los pacientes fue de 6,4 años.
De nuevo, los pacientes de alto riesgo tenían los tiempos de supervivencia más cortos desde el diagnóstico de mieloma activo, si lo comparamos con los otros tres grupos (5,0 años el grupo de alto riesgo; 6,4 años el de riesgo intermedio; 7,2 el de riesgo estándar; 9,3 años el de bajo riesgo)
“Yo creo que con t(4;14) y del(17p) hay un clon con mayor agresividad biológica que conlleva un mayor riesgo de progresión, así como mayor riesgo de mala evolución después del diagnóstico de mieloma en fase sintomática,” explicaba el Dr. Rajkumar.
“Con el uso de la Citogenética [información sobre las anomalías cromosómicas de un paciente] y otro biomarcadores en los que tenemos buenas expectativas, confío en que pronto podremos identificar pacientes en la práctica clínica, candidatos a tratamiento precoz,” declaró el Dr Rajkumar a The Beacon.
Para más información, vea el resúmen del artículo comentado en la revista Leukemia (en inglés).
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